VISITA FUGAZ

 

 

Qué calor hacía ese día,

en que Sabiduría se apareció en mi vereda como un loco desquiciado.

Yo andaba de vacaciones, mirando souvenirs.

Caminaba un poco torpe, pero andaba bastante feliz.

Se acercó y me habló.

 

„Te dejo,
porque estás abusando de mí.
Yo soy lo que soy,
tú eres lo que eres,
¿porqué quieres ser yo?
Sabiduría es mi nombre,
por eso sé llevarme sin esmerarme.
Tu debes aceptar el tuyo,
comerte tus macanas -tus huesos, tu carne-
y responder a la llama
de tu deseo terrenal.
No le temas.
Humanos pecan de sobrestimar la sublimación,
de volverse falsos reyes,
de mentirse para no asustarse.
En el susto te encuentras,
no confíes sólo en la luz,
confía en la tierra mojada,
en la saliva de tu deseo,
en la pasión de tus ojos cerrados,
en tu ser convulso en mil mordidas de labios."


Se detuvo al verme escribir temblando,
yo no parpadeaba, creo, y también me parece que dejé de latir.
Sonrió al verme alerta y,
antes de retirarse,
profunda me miró, ofrendando
sus últimas palabras sanas.


„Sé lo que eres,
no seas ni cobarde,
ni vanidosamente valiente,
como para renunciar
a tus pájaros volantes.“