Cuando la luna se posa en tu mejilla, házle lugar. Desbordarse es algo que le gusta hacer a ella. Es leche blanca y tibia que rebosa de un vaso de vidrio transparente. Antes de meditar, escribe en tres frases lo que quieras comunicarle a tu amiga, empezando así: querida Alena. Cuando llegues a casa en compañía de ti y te mires al espejo al lavarte las manos, desgústate y destroza esa cara que miras. Con tus manos, deforma tu cara. Ese rostro es tuyo. Asúmelo. Si te asustas, sigue mirando hasta acostumbrarte. Te darás cuenta que te asustas del susto, pero no de aquel rostro. Porque, ¿qué hizo ese rostro de malo? Lo que es, no desarma. ¿Y el susto que ha logrado? Lo que juzgamos, multiplica monstruos. Esos sí que asustan.

 

(Sugerencias para quererse)